Las salas blancas, o clean-rooms, se originaron inicialmente en Estados Unidos, donde se idearon y clasificaron, incluso a nivel normativo, para la naciente industria de semiconductores: de hecho, hasta la partícula más pequeña en suspensión de polvo puede causar daños a los componentes que se procesan y ensamblan.
Con la evolución del mundo industrial, las salas blancas también han encontrado un amplio uso en los campos alimentario, farmacéutico, químico, biotecnológico y aeroespacial, cuyos procesos requieren un entorno lo más estéril posible y libre de elementos contaminantes y nocivos.
La sala blanca se caracteriza por:
La envoltura de estas salas, además de garantizar un alto rendimiento en lo que respecta al microclima interior, debe cumplir necesariamente todos los requisitos de un componente de construcción en términos de aislamiento térmico, capacidad de carga, durabilidad, resistencia física y química, facilidad de limpieza y, sobre todo, comportamiento frente al fuego, cuestión cada vez más importante en el mundo de la construcción actual.
La norma ISO 14644 define algunas directrices relativas a la construcción de una sala blanca y las características técnico-funcionales requeridas:
Por ello, resulta especialmente adecuado el uso de paneles sándwich Isopan, que consiguen combinar prestaciones técnicas, facilidad y rapidez de instalación, con la garantía de un resultado que alcanza altos estándares de eficiencia.
La posibilidad de contar con distintos tipos de juntas entre los distintos paneles permite garantizar un sellado perfecto en función de los requisitos y del producto utilizado.
Dado que las salas blancas son entornos de trabajo, en los que hay una presencia constante y continua de operarios, la seguridad y resistencia del cerramiento es primordial, sobre todo en lo que respecta a la resistencia y el comportamiento de los materiales en caso de incendio.
Los componentes que integran la sala blanca deben garantizar necesariamente una cierta durabilidad en caso de entrar en contacto con las llamas, ya sea desde el interior para proteger el ambiente exterior, o viceversa. Hay dos características con las que deben estar equipados los paneles:
La resistencia al fuego se entiende como el tiempo máximo durante el cual el componente garantiza la resistencia en términos de estabilidad, hermeticidad y aislamiento, mientras que la reacción al fuego se refiere al comportamiento del componente cuando entra en contacto directo con la llama u otra forma de calor.
Los paneles sándwich, gracias a su composición en capas, generalmente formadas por dos superficies metálicas y un material aislante interpuesto, son capaces de alcanzar altos niveles de resistencia al fuego y de reacción, lo que los convierte en candidatos ideales para la construcción de los entornos en cuestión.
La normativa prescribe y define las clases de resistencia y reacción al fuego de los materiales de construcción. En función del ámbito de aplicación y de la actividad desarrollada en el lugar, el expediente específico de prevención de incendios, elaborado por un profesional cualificado, establece qué clase de resistencia y reacción al fuego deben tener los materiales.
La resistencia al fuego, por la que se entiende el tiempo máximo durante el cual el material o producto ofrece resistencia en términos de estabilidad, hermeticidad y aislamiento, se identifica mediante la abreviatura REI:
El grado de resistencia al fuego se indica en minutos (de un mínimo de 15 a un máximo de 360), lo que define durante cuánto tiempo el material garantiza la resistencia indicada en la abreviatura.
En cambio, la reacción al fuego se indica mediante una abreviatura formada por 3 componentes:
Los paneles Isopan garantizan la obtención de altas prestaciones tanto en términos de resistencia como de reacción al fuego.
En el catálogo Isopan es posible encontrar varios productos adecuados para la realización de salas blancas, como los paneles Isofrozen.
En efecto, estos productos están diseñados para la realización de ambientes en los que es primordial asegurar la compartimentación y la hermeticidad para garantizar el control de la atmósfera interna, gracias también a diferentes tipos de juntas según las exigencias del proyecto.
En concreto, el panel Isofrozen tiene una de las clases de reacción al fuego más altas, «B-s1,d0», y puede alcanzar, para el panel de 200 mm de espesor, un rendimiento de resistencia al fuego de EI60.
El compromiso permanente de Isopan con la innovación y la sostenibilidad medioambiental se plasma en su tecnología LEAF, cuyo objetivo es minimizar el impacto medioambiental al tiempo que garantiza un excelente rendimiento. En cuanto a la certificación de reacción al fuego, las soluciones LEAF de Isopan han obtenido la clase de certificación «B-s1,d0», la más alta de Europa para productos de poliuretano.
Esta tecnología también permite mejorar el rendimiento térmico del panel aislante, lo que permite un mayor rendimiento de aislamiento térmico para el mismo grosor.