¿Qué cambio de mentalidad deben hacer los arquitectos para poder avanzar hacia una arquitectura sostenible y asequible?
¿Cómo podemos estar seguros de que la arquitectura social, aquella que diseña espacios públicos y privados con el objetivo de resolver problemas que afectan al conjunto de las sociedades, se centra realmente en acabar con las desigualdades presentes en los países en desarrollo y no se convierte en una mera táctica de marketing?
Estos son algunos de los temas que Manni Group planteó a la arquitecta india Anupama Kundoo, conocida por su compromiso con la resolución de problemas de carácter humanitario.
En este artículo encontrará:
Anupama Kundoo: una arquitecta al servicio de la ecosostenibilidad
Anupama Kundoo nació en Pune, India, en el año 1967 y en 1989 se licenció en Arquitectura por la Universidad de Bombay.
Desde 1990 hasta 2002, trabajó en Auroville, una “ciudad experimental” diseñada por el arquitecto francés Roger Anger. Esta utopía, localizada en la India, fue presentada ante la ONU en la década de 1960 bajo la premisa de ser un proyecto internacional en el que hombres y mujeres podrían convivir en armonía, independientemente de sus creencias religiosas y políticas, así como de su nacionalidad.
En el año 2005, impartió clases en la Universidad Técnica de Berlín, combinando su actividad docente con estancias en otras instituciones como la Parsons School of Design de Nueva York, la Universidad de Queensland en Australia o la European School of Architecture de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
Como bien explica Kundoo en la presentación de su página web oficial, para ella construir significa, ante todo, crear un conocimiento que posteriormente debe ser aplicado sobre el terreno. Por eso, su metodología de trabajo se centra en innovar invirtiendo todo el capital cultural de una sociedad en materiales y técnicas de construcción.
Entre las obras de Anupama Kundoo destacan:
Entrevista de Manni Group a Anupama Kundoo
A lo largo de la entrevista, Anupama Kundoo habla del planteamiento filosófico que subyace en el éxito de sus obras y de cómo tendrá que evolucionar la arquitectura para seguir cumpliendo con su intención de servir a la humanidad. También argumenta por qué ningún país debe quedarse atrás en el desarrollo de la edificación y explica cómo evitar que esto ocurra.
El estudio Anupama Kundoo Architects es conocido por su compromiso con la arquitectura social y humanitaria. En tu opinión, ¿resultan útiles las tecnologías relacionadas con la construcción en seco para llevar a cabo proyectos humanitarios?
Anupama Kundoo: Creo que todavía queda mucho trabajo por hacer. La población mundial no deja de crecer, mientras que, a pesar de los avances tecnológicos, la humanidad no es capaz de reducir sus consumos energéticos. A nivel mundial, hay muchos países que ahora empiezan a urbanizarse, por lo que la proporción de recursos que corresponden a cada individuo no deja de disminuir, mientras que la demanda sigue siendo creciente. Esto no quiere decir que la demanda no se pueda satisfacer, pero es cierto que los hábitos actuales relacionados con la edificación convencional no garantizan que este sea el modelo más asequible ni el más indicado para todos, sobre todo si pensamos en términos de reducción de residuos y optimización de energía.
Sé que hay empresas que están trabajando mucho en este campo, pero está claro que todavía no se ha logrado plantear ni acogerse a un enfoque holístico que tenga en cuenta al conjunto del sector. Hasta que no encontremos una solución que consiga transformarlo desde sus cimientos, es mejor que investiguemos e innovemos en el campo de los materiales. Todos los pueblos son migrantes, todas las sociedades se transforman y la globalización no tiene marcha atrás, por lo que nos vemos obligados a compactar nuestras ciudades, cambiando también el modo en el que nos movemos. Llegó un momento en el que nos expandimos tanto que empezamos a necesitar el coche para todo; ahora, el escenario que se nos presenta, es mucho más denso. Por esta razón, pienso que los arquitectos también tendrán que empezar a prestarle especial atención al paisajismo y al urbanismo desde una óptica más sostenible.
Creo realmente que el conjunto de la industria está trabajando para maximizar el impacto de sus tecnologías, ya que también se siente interpelada por la necesidad de buscar nuevas estrategias que nos hagan replantearnos la materialidad del hábitat urbano actual. También señalo muy esperanzada a la academia porque entienden cuáles son los problemas reales a los que se debe enfrentar la sociedad, de modo que podemos trabajar a su lado para conseguir respuestas y soluciones rápidas, eficaces y rentables.
El término “arquitectura social” puede resultar problemático, quizá porque, en ciertas ocasiones, se puede interpretar como un sinónimo del famoso “greenwashing”. En tu opinión, ¿cuáles son los criterios básicos que garantizan que la arquitectura social no es una operación marketiniana, sino que realmente se centra en solventar los problemas de la humanidad?
A.K.: Para mí, la base de la arquitectura social es evitar producir brechas entre sociedades. En mi opinión, a veces las nuevas tecnologías aplicadas a la construcción corren el riesgo de ser alienantes, ya que pueden ser tan avanzadas que solo unas pocas empresas del primer mundo cuentan con los recursos suficientes para poder ponerlas en marcha, y eligen probarlas en los países en desarrollo. En estos casos, es otra vez el primer mundo el que tiene que acudir a “salvar” al resto del planeta, reproduciendo así ciertas visiones paternalistas e imperialistas.
Lo ideal sería intentar comprender cómo podemos, como sociedad, crear riqueza donde hay pobreza. Para que esto se produzca, necesitamos un superávit económico que permita invertir no solo en la creación de industrias y empresas, sino también en investigación y desarrollo. La definición de progreso debería ampliarse y creo que es en los hábitos materiales donde realmente podemos explorar lo inclusivos que somos. No estoy hablando de socialismo ni de paternalismo, si no de entender la sostenibilidad, la educación y el acceso al progreso de una manera filosófica más amplia que nos hace sentir a todos conectados, que crea alianzas y que nos permite disfrutar del progreso colectivamente, sin dejar a nadie atrás. Para mí, se trata de un enfoque muy humano y se puede aplicar en cualquier contexto de nuestro día a día, especialmente después de la pandemia, que ha obligado a la gente a comprender lo que significa ser humano, así como la importancia de establecer redes para estar conectados.
Sobre la conexión que se crea entre arquitectura social y sostenibilidad, suponemos que es importante hacer hincapié en el estudio de aquellos materiales, técnicas y tecnologías que son exclusivas de determinadas zonas y lugares. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
A.K.: En las exposiciones de mis obras siempre intento dejar claro que somos lo que hacemos, y para mí eso es lo más importante. Supongamos que quiero hacer ganchillo o adentrarme en el mundo de la papiroflexia: solo entenderé cómo hacerlo haciéndolo. Si uno no hace algo, si no lo pone en práctica, no se desarrolla, porque el conocimiento se incorpora en el proceso de crecimiento de nuestra mente. Si tomamos conciencia del contexto psíquico en el que aplicamos lo que sabemos, no solo se beneficiará de ello el resto de la sociedad, sino también el conjunto de la industria y la tecnología.
En mi opinión, todo gira alrededor de la interdisciplinariedad, las conexiones y las relaciones humanas: si nos mantenemos holísticos, producimos equilibrio. Me gustaría acabar esta entrevista diciendo que la sostenibilidad debería ser sinónimo de pensamiento global y de conexión. De esta forma, todo lo que hagamos, produzcamos, fabriquemos y construyamos será holísticamente sostenible.
