Architectural Talks, la serie de entrevistas realizadas por Manni Group en colaboración con YACademy, entrevista a Edoardo Milesi, fundador de Studio Archos.
En esta entrevista encontrarás:
Conocido por prestar especial atención a la sostenibilidad medioambiental y por decantarse por la revalorización del territorio, Edoardo Milesi fundó Studio Archos en 1979, tras licenciarse en el Politécnico de Milán. En Studio Archos, se hace cargo de manera transversal de diferentes campos como el diseño arquitectónico, la remodelación urbana y el paisajismo.
Su firma estilística se basa en mostrar una gran coherencia con el principio inspirador que le ha distinguido desde sus inicios, así como en una constante investigación encaminada a mejorar el rendimiento de los edificios. La filosofía de los diseños creados por Studio Archos se centra en darle una atención particular a las necesidades que presentan los usuarios y el entorno que les rodea, tratando de crear espacios de vida armoniosos y funcionales. En 2014, Edoardo Milesi fundó la asociación Scuola Permanente dell'Abitare (SPdA) que, desde su sede operativa en Bérgamo, fomenta el debate y el intercambio de ideas entre diferentes disciplinas y campos de conocimiento.
Entre los proyectos más famosos de Milesi se encuentran el Forum Fondazione Bertarelli, una sala de conciertos en la Toscana, y la École Technique Pape Jean XXIII de Puerto Príncipe, Haití.
Milesi ha sido reconocido a nivel internacional por su capacidad para crear una arquitectura sostenible y funcional, obteniendo numerosos galardones y reconocimientos a lo largo de su carrera. El más reciente, data de 2022: una Mención de Honor en el certamen internacional “Domus Restauro e Conservazione Fassa Bortolo”, pensado para dar a conocer restauraciones arquitectónicas que han sabido interpretar los principios de conservación sin dejar de recurrir también a formas de expresión contemporáneas.
En Studio Archos, Milesi continúa explorando nuevos enfoques de la arquitectura sostenible, siendo un ejemplo inspirador para los arquitectos de todo el mundo.
Manni Group: La naturaleza de Studio Archos es interdisciplinar. Sin embargo, en estos momentos, la arquitectura vive cada vez más de la tecnología y de la especialización. ¿Cómo podríamos definir al arquitecto? ¿Qué es esta figura que deambula por el mundo laboral?
Edoardo Milesi: El arquitecto es una figura importante si realmente ejerce como arquitecto, en el sentido de que su papel, mitad humanista y mitad técnico, debe ser ante todo el de coordinar al resto de especialistas para lograr su objetivo final: trabajar en el entorno de las personas para mejorar su hábitat y su manera de vivir, a ser posible sin infligirle ningún esfuerzo particular.
En mi estudio trato de orientar siempre a los alumnos hacia la profesión de arquitecto, ya que es una figura que cada vez hace más falta, y que está en desventaja como figura generalista respecto al resto de especializaciones absolutamente necesarias y obligatorias, pero que se centran en un sector concreto, lo que hace que muchas veces pierdan de vista la complejidad del entorno.
Es precisamente con la complejidad con lo que tiene que trabajar el arquitecto. Así que, ciertamente, sus proyectos visionarios, incluso aquellos que parezcan utópicos, deben tener sin duda una concreción para poder realizarse. ¿Seguir manteniendo el objetivo en torno a las personas? Es algo que cada vez falta más y que considero fundamental.
Por eso hemos puesto a las personas en el centro, a pesar de que la arquitectura vive cada vez más a través de algoritmos, y de una tecnología que podríamos hasta definir como “casi extrema”. Estamos hablando de datos sobre datos que se introducen en estos edificios, cuando es evidente que, en el campo de la edificación, hay más aspectos a tener en cuenta.
E.M.: Los algoritmos son muy útiles para ayudarnos a operar en la parte racional y cognitiva, pero la parte emocional es quizás la más sustancial, donde el algoritmo no tiene nada que ver; al contrario, corre el riesgo de reducir nuestras capacidades, de perseguir el proceso que es el verdadero proyecto de la arquitectura.
La arquitectura no trata tanto del edificio, el artefacto o la modificación del espacio, sino en lo que esa modificación, ese cuerpo, esa construcción puede desencadenar a nivel de comportamiento, en lo que puede influir en los estilos de vida, en las relaciones con la naturaleza, que en estos momentos son más difíciles que nunca. Este es quizás un pequeño e importante defecto de esta visión cada vez más especializada y tecnológica; es decir, perder la capacidad de pensamiento que definimos sintéticamente como holística, que además no pasa únicamente por la parte racional. No demonizo los algoritmos, pienso que son una gran herramienta, siempre y cuando no se reduzca todo a esa pequeña parte de nuestro sistema cognitivo.
Hablando de los elementos que componen nuestros edificios, a menudo observamos la yuxtaposición de varios materiales en su diseño. ¿Cómo pueden interactuar unos con otros? Pero, sobre todo, ¿cómo ve el uso del acero o de estructuras hechas en fábrica en un sector de la construcción que cada vez se mueve más hacia un mundo de prefabricación y deslocalización?
E.M.: Por supuesto, esta visión generalista y holística es útil no solo para mantener bajo control el aspecto humanístico de la arquitectura, sino también el técnico y el tecnológico. El no estar especializados en un sector concreto nos permite utilizar más técnicas y sobre todo combinar técnica con tecnología.
Para mí, la técnica nos viene de la naturaleza, y nosotros la utilizamos y la perfeccionamos. El hormigón romano se ha convertido en algo diferente, pero sigue siendo algo que hemos copiado de la naturaleza.
La tecnología, por su parte, es una invención humana que se ve superada por la próxima invención. La arquitectura, por ejemplo, que se dirige al hombre en su hábitat, no debe depender tanto de la tecnología, puesto que corre el riesgo de envejecer junto a ella y esto es algo que, creo, no nos podemos permitir. En nuestro estudio, aparte de la restauración de monumentos para su conservación, que es quizás lo que define toda nuestra línea de investigación y que también nos ha ayudado mucho en las nuevas construcciones, combinamos diferentes técnicas.
Diría que el 50 % de los edificios nuevos se ponen en pie mediante nuevas técnicas de construcción en seco, combinando materiales, hibridando por ejemplo el acero con la madera cuando uno funciona mejor que el otro. Y tengo que decir que incluso en la regeneración, la reestructuración y, a veces, también en edificios protegidos en los que es posible intervenir con técnicas de arquitectura contemporánea, tendemos a utilizar diseños prefabricados o, lo que es lo mismo, la construcción en seco, con los elementos que se producen en el taller y luego se ensamblan en la obra, que es más sostenible.
La primera forma de sostenibilidad es la económica, entendiendo por ella también el ahorro en materias primas y apostar por la optimización del transporte. Las técnicas que utilizamos son aún demasiado primitivas. Levantamos paredes y luego las derribamos para colocar las instalaciones. Siempre me ha parecido, desde que me licencié, que esto es algo totalmente absurdo y muy anticuado. Debemos ser capaces de pensar en un muro estratificado que pueda albergar inmediatamente las instalaciones.
La primera forma de sostenibilidad es la económica, entendiendo por ella también el ahorro en materias primas y apostar por la optimización del transporte. Las técnicas que utilizamos son aún demasiado primitivas. Levantamos paredes y luego las derribamos para colocar las instalaciones. Siempre me ha parecido, desde que me licencié, que esto es algo totalmente absurdo y muy anticuado. Debemos ser capaces de pensar en un muro estratificado que pueda albergar inmediatamente las instalaciones.
A menudo ha hablado de la naturaleza y ha tocado el tema de la sostenibilidad. ¿Qué significa la sostenibilidad para usted?
E.M.: Cuando hablo de sostenibilidad me refiero a ser justos con la naturaleza. Es algo que va más allá de la moral, de la cultura y de la ética. Significa considerar a la naturaleza como aquello que nos da la vida y la muerte. Por eso, para mí, la naturaleza es lo más sagrado.
“Dios o la naturaleza”, decía Spinoza, y estoy totalmente de acuerdo. Esta afirmación no tiene nada de ateo. Es con la naturaleza con la que debemos relacionarnos y es en la naturaleza donde debemos vivir. Sacrificar pedazos de la naturaleza es algo insignificante comparado con la evolución, con la tierra, con lo que nos rodea, pero es realmente algo contrario a nuestra condición de ser vivo.
Parece que el hombre es el único animal que va en contra de sus propios intereses, destruyendo su propio entorno. Y esto nos ha dado la necesidad de inventar una ética que, por desgracia, por razones culturales y religiosas, por tabúes y prejuicios, a veces va en contra de la naturaleza, que es también nuestra razón de ser. Y este es un gran problema que el arquitecto debe tener en mente siempre como principio fundador.
Entonces, ¿diseñar se trata de hacer que el hombre, la arquitectura y la naturaleza interactúen?
E.M.: No es posible que las personas estén fuera de la naturaleza, y la arquitectura no es un medio situado al margen de la naturaleza. Sí, la arquitectura también puede ser un medio para defenderse de la naturaleza, porque la naturaleza puede ser cruel, pero de alguna manera, también complaciente, por lo que debemos tener siempre la certeza de que es más fuerte y más capaz, de que estamos aquí gracias a ella y que no hay nada que pueda ir en su contra.
También imparte formación a jóvenes profesionales, y participa en la YAC - Young Architects Competitions ofreciendo conferencias. ¿Qué consejo le daría a un joven que se quiera acercar al mundo de la arquitectura?
E.M.: Que vea la arquitectura tal y como se debe hacer. Por eso, en mis conferencias debato siempre sobre lo que supone la profesión de arquitecto. Hay que investigar en la historia, ya que esta nos lo cuenta todo, y también nos explica el camino que se siguió para que la profesión de arquitecto se haya convertido en lo que es ahora. En este momento, pero también en la antigüedad, durante la Ilustración y el positivismo, el arquitecto elige y privilegia la parte racional. Parece bastante claro que favorece la especialización.
Pero el arquitecto, en realidad, está dividido, sufre en esta ambivalencia, en esta dualidad, en este ser concreto, en este aspecto fuertemente material que se encuentra en la construcción, así como también en la parte completamente inmaterial que, sin embargo, hace posible la convivencia y necesarias las relaciones y los conflictos, que son la parte fértil de nuestra cultura. Desgraciadamente, la elección de ser arquitecto implica una formación y una educación continua. La arquitectura no se enseña, se aprende a partir de una curiosidad perpetua, con la mirada siempre volcada hacia el futuro, sobre todo en los peores momentos.