Architectural Talks, la serie de entrevistas realizadas por Manni Group en colaboración con YACademy, se reúne con Federico Pompignoli, de Studio 7478.
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De 2010 a 2019, el arquitecto italiano Federico Pompignoli trabajó en el estudio OMA, hasta que finalizaron las obras de la nueva sede de la Fondazione Prada de Milán, proyecto que lideró. En 2015, fundó el estudio 7478 junto a su colega Alessandro De Santis. Actualmente, los proyectos que tienen entre manos se localizan en Italia, Malta y Oriente Medio.
El estudio es conocido por su particular atención al detalle y por sus esfuerzos para potenciar la sostenibilidad en sus diseños. Studio 7478 está especializado, a nivel internacional y a diferentes escalas de intervención, en arquitectura, urbanismo, interiorismo y diseño de producto.
En lo que respecta a la remodelación y rehabilitación de edificios ya existentes, ¿cuál puede ser el papel de la construcción en seco y sus tecnologías asociadas?
Federico Pompignoli: Creo que la tecnología utilizada en la construcción en seco es fundamental, especialmente en proyectos de rehabilitación, ya que asegura cierta velocidad a la hora de ejecutar las obras, además de que mantiene los costes bajo control. Desde mi punto de vista, es una tecnología que puede garantizar cierta reversibilidad. La construcción en seco también ofrece la oportunidad de transformar un edificio ya existente y, por tanto, de aprovechar las posibilidades que estos todavía ofrecen.
Para mí, las soluciones en seco se definen por su fácil y rápida instalación, así como por el impacto menor que causan y que es también la garantía de que estos mismos edificios se podrán transformar en el futuro.
¿Qué opinas de la modularidad que ofrece la construcción en seco? ¿Representa un obstáculo o una oportunidad a la hora de respetar el estilo y el concepto que subyace en la creación de cada proyecto?
F.P.: La arquitectura contemporánea ha llegado a un punto en el que ya no puede ignorar la modularidad ni el uso de soluciones y productos industrializados. Se trata de aprovechar estas tecnologías por la calidad que garantizan, pero siempre y cuando le proporcionen al arquitecto cierta libertad en algunas cuestiones como la elección de acabados o la posibilidad de adaptarlas a situaciones más específicas. Por tanto, la modularidad es una ventaja si garantiza cierta libertad al arquitecto.
Es probable que la construcción offsite ayude, en la experiencia diaria en la obra, a conseguir realmente los resultados deseados, aumentando la planificación y reduciendo los factores impredecibles. ¿Estás de acuerdo?
F.P.: Exacto, pienso que para garantizar una buena calidad de ejecución que refleje también una cierta coherencia con respecto al concepto arquitectónico no se puede prescindir de la precisión y de la calidad que solo las aplicaciones industriales garantizan. Es por esto también que estoy a favor del uso de estas tecnologías y aplicaciones y creo que la obra debe convertirse en un lugar de ensamblaje de estos sistemas.
Sin embargo, las soluciones industrializadas previamente hay que estudiarlas, definirlas, fabricarlas y certificarlas para evitar cualquier margen de improvisación y corrección de errores a pie de obra que generan el riesgo de mermar la calidad final. A lo que aspiro como arquitecto, sobre todo en la fase de construcción, es a poder garantizar realmente una calidad y una precisión de ejecución de tipo industrial que solo se pueden conseguir con el uso de estas tecnologías.
La construcción offsite también repercute en los aspectos relacionados con la sostenibilidad. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Has concebido algún proyecto siguiendo esta metodología?
F.P.: Desde el punto de vista de la llamada sostenibilidad, más que hablar sobre las ventajas directas que traen consigo el uso de materiales sostenibles, creo que la ventaja real reside en la gestión de la obra y en la sincronización exacta de todo el ciclo: se consumen menos recursos, se acortan los tiempos de ejecución, y se utilizan materiales de una calidad que solo las soluciones industriales pueden garantizar. Por ejemplo, estos materiales ofrecen la posibilidad de ser fácilmente separados y desmontados, evitando así la generación de residuos y favoreciendo su reutilización. Desde esta óptica, me parecen soluciones interesantes en la medida en que van en paralelo con las tendencias de aprovechamiento de la arquitectura ya existente. En lugar de seguir potenciando el uso de materiales monofuncionales y desechables, deberíamos optar por favorecer la reutilización y aprovechar los recursos ya existentes.
Ya que esta entrevista está teniendo lugar en el conjunto arquitectónico de la Fondazione Prada, ¿cuál fue el desafío más difícil al que tuviste que hacer frente durante el desarrollo de este proyecto? ¿Qué fue lo que más satisfacción te produjo una vez acabaron las obras?
F.P.: Tengo que decir que una vez acabado un proyecto largo y muy exigente, como es el caso de la Fondazione Prada en Milán, hay cierta tentación en fijarse exclusicamente en los defectos. Sin embargo, en esta ocasión, creo que el resultado fue muy satisfactorio, ya que cumplimos con una serie de niveles de calidad en todos los edificios que forman el complejo arquitectónico, utilizando distintos materiales y tecnologías y gestionando el proyecto con un elevado standard de calidad y atención al detalle.
Este es un caso de un edificio ya existente, pero también ocurre cuando es una nueva construcción, donde se combinan tanto nuevas tecnologías como aquellas más tradicionales. A esto me refería antes: pienso que nuestra ambición debe ser cada vez más la de gobernar la calidad del detalle, garantizar una ejecución precisa, y tener el control de unos recursos que solo están garantizados si son industrializados.